Cariño eres multimillonario

Capítulo 251



Capitulo 251: Como Si Fuera un Tonto

Aitana lucia el vestido blanco que habia elegido finalmente, adornado con diamantes que brillaban intensamente, convirtiéndola sin duda en la estrella más resplandeciente de la noche.

Lucía observaba a Aitana con desdén en su mirada, y de pronto, se acercó con una copa de vino en

mano.

-Aiti, felicidades, hoy te ves realmente hermosa. Es una lástima que tu hermano no pueda verte asi.

Las palabras de Lucia tenían un doble sentido.

Aitana miró a su alrededor, sin encontrar a Alonso. Parecia que desde que Alonso habia salido de la Villa Valenzuela la noche anterior, no habia vuelto a aparecer.

Aunque Aitana no estaba especialmente preocupada por Alonso, entendia lo que Lucia insinuaba. Estaba sugiriendo que, para Alonso, Valentina era más importante que ella.

Y Valentina…

-¿A dónde fue mi hermano? -preguntó Aitana, fingiendo confusión.

Lucia frunció los labios.

-¿Quién sabe? No contesta mis llamadas, debe ser algo importante. Ah, cierto, se fue después de recibir una llamada anoche, y lo escuché mencionar a Valentina…

Suspirando dramáticamente, Lucia agregó:

-Nuestro hermano, aparte de su antigua Lucy, solo ha tenido ese trato especial con Valen. ¡Debe estar ocupado con Valentina!

*Lucy–*** Belongs © to NôvelDrama.Org.

Aitana se aferró a ese nombre, pero era claro que Lucia no tenia intención de explicar quién era Lucy. Su objetivo era alimentar el resentimiento de Aitana hacia Valentina.

Lo que Lucía no sabia era que, en ese momento, Valentina ya no representaba una amenaza para Aitana.

En la mansión de Consorcio Industrial Mexa en San Miguel de Allende.

Durante los últimos dias, Valentina habla mostrado una notable recuperación, excepto por su incapacidad para recordar muchos detalles. Por lo demás, estaba bien.

Diego pasaba cada dia junto a Valentina, mostrándose excepcionalmente atento. Siempre que no mencionaba que ella era su Doña Mendoza, Valentina sentia una especie de cercanía hacia este hombre llamado Diego.

Sin embargo, cada vez que él la llamaba «Valen» con afecto, diciendo que eran esposos, Valentina no

podia evitar sentirse extraña, hasta con ganas de escapar.

En el jardin de la mansión.

Diego personalmente cortaba flores, pasándolas a Silvana para que las arreglara en una canasta.

Uno, con una belleza rebelde; la otra, eficiente y tranquila. Formaban un equipo perfectamente

coordinado.

-¿Dices que no tengo encanto?

Diego rompió el silencio de repente, frunciendo el ceño como si dudara seriamente.

Silvana, justo después de colocar un tulipán, miró a Diego con sorpresa, una expresión que desapareció tan rápido como apareció, dejando su habitual calma.

-Usted es muy encantador.

No estaba adulando. Después de tantos años como su asistente, había visto incontables mujeres fascinadas por su apariencia, deseosas de compartir su cama. Lo sabía mejor que nadie.

Diego frunció aún más el ceño.

-Entonces, ¿por qué Valentina hacia mí…

Se detuvo, buscando la palabra correcta.

Cuando Valentina lo miraba, no habia ni un ápice de fascinación. A veces, incluso parecia que lo veía

como si fuera… un tonto.

Si, jesa era la sensación!

Cada vez que él la llamaba «esposa «mi amor o cualquier otro término de cariño, ella lo miraba como

si fuera un completo tonto.

Silvana entendia perfectamente.

Recordando cómo Diego y Valentina hablan interactuado estos días, Silvana no pudo evitar sonreir más

ampliamente.

-Señorita Lancaster es… muy astuta.

Diego entrecerró los ojos. Era ciertamente astuta. A pesar de no recordar nada, no se tragaba las

mentiras» que él habia tejido.

¡Qué aburrido era eso!

Π

-Santiago ha estado fuera de la casa estos días, no solo él, también hay otro coche afuera, pertenece a

Grupo Valenzuela… -Silvana insinuó algo con su comentario.

Al escucharla, Diego dejó a un lado su frustración, su mirada se iluminó con un brillo de excitación.

-¡Alonso! Eh… esto se pone interesante.

Ambos hablan venido por Valentina.

Esta Valentina….

Diego miró hacia la dirección de la habitación de Valentina, tomó el canasto de flores que Silvana habia

arreglado y se dirigió a la casa con paso firme.

Dentro, Valentina estaba de pie frente a la ventana, observando el exterior. Desde su posición, podía ver

claramente los dos coches aparcados al lado de la carretera. Desde que habia podido levantarse de la cama, esos coches habian permanecido allí, y cada vez que los vela, su corazón se aceleraba involuntariamente.

¿Habla alguien en esos coches? ¿Quién podría ser? ¿Por qué sentia eso?

Perdida en sus pensamientos, la puerta se abrió y una voz cariñosa resonó…

-Mi amor…

Sin necesidad de voltear, Valentina sabía quién era. Un ligero tirón en la comisura de sus labios, y al

siguiente momento, un canasto de flores frescas estaba ante ella.

Diego la miraba con ojos llenos de afecto.

-Las corté yo mismo para ti.

Las flores estaban bellamente arregladas, demostrando la habilidad de quien las había preparado. Uno cortando flores, el otro arreglándolas; solo pensar en ese cuadro le parecía romántico a Valentina.

Pero entregadas a ella…

-Gracias.

Valentina dudó un momento antes de aceptar el canasto, colocándolo sobre la mesa. Luego, su atención se centró únicamente en las flores, ignorando casi por completo a Diego, un desdén que lo dejó sintiéndose profundamente desilusionado.

Habla estado encerrado en casa estos dias por Valentina, sin salir, mientras dos visitantes distinguidos lo esperaban afuera. No hacer nada al respecto, le parecia una falta de cortesia.

-Valen, te llevaré a un lugar.

Diego intentó tomar la muñeca de Valentina, pero ella lo esquivó sutilmente.

Sin dejar que Diego se sintiera decepcionado, Valentina sonrió y dijo:

-Claro.

Aceptó con entusiasmo, pensando que sería una buena oportunidad para verificar si habia alguien en

aquel coche.

Fuera, Santiago y Alonso habian estado esperando durante dias. Santiago estaba seguro de que Valentina estaba alli dentro, pero nadie habia salido o entrado de la casa en esos días.

Si no fuera porque sabía que Diego no tenía malas intenciones hacia Valentina, habría ordenado a Thiago buscar de nuevo.

-¡Don, Doña Mendoza…!

De repente, Thiago llamó la atención. En la vista de Santiago, Valentina salia de la casa. Llevaba un vestido blanco puro, su cabello cala libremente. Al verla, Santiago sintió que su respiración se detenia

por un momento.

Al verla sana y salva, finalmente pudo respirar tranquilo.

Ella estaba blen…

Eso era lo más importante.

Santiago contenía su emoción, deseando aparecer frente a ella inmediatamente, pero al abrir la puerta del coche, dudó. ¿Cómo debería presentarse?

En ese momento de vacilación, Alonso ya había bajado del coche. Al ver a Alonso dirigirse hacia la entrada, Santiago, impulsado por un súbito arrebato, salió del coche y corrió hacia allí.

Ambos avanzaban apresuradamente, casi como si compitieran en llegar primero hacia ella.

Diego, observando desde lejos, sentía cómo crecía su interés. ¿Querian encontrarse con Valentina? Por supuesto, no les harla las cosas fáciles.

-Valen, ven…

Diego abrió la puerta del coche para Valentina, instándola a subir.

Con los dos hombres acercándose rápidamente, Diego prácticamente empujó a Valentina al coche. Justo cuando llegaron a la puerta, Diego ya había arrancado el coche y se atejaba a toda velocidad.


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