Capítulo 225
Capítulo 225
Capítulo225
-Deja de atormentarme con esto–dijo Clara mientras apretaba el puño contra la puerta del
armario, respirando profundamente con ira. -Ya he dicho todo lo que tenía que decir, si no me
crees, no puedo hacer más.
-Hace mucho tiempo, ¿nos hemos conocido en algún lugar?– Alejandro buscaba
desesperadamente una respuesta, inclinándose hacia ella casi cubriendo su hermosa espalda. –
Clara, respóndeme, ¿nos hemos conocido hace mucho tiempo?
El corazón de Clara se apretó repentinamente, sus labios se volvieron pálidos al instante: -Estás
equivocado. La primera vez que nos vimos fue cuando el abuelo nos obligó a casarnos. Antes de
eso, nunca nos habíamos conocido.
Tenía miedo de que Alejandro pudiera descubrir que ella era la niña a la que salvó hace diez años.
Con todo esto, el matrimonio ya se había acabado. ¿Qué más podría obtener si revivía los trece años
de amor y persecución? Clara tenía su orgullo y realmente no quería que este hombre supiera que
ella lo había amado durante todo ese tiempo. Sería demasiado vergonzoso.
Una leve decepción se reflejó en los ojos de Alejandro, tenía la sensación de que la verdad no era
tan simple como eso. -Suéltame, déjame tomar mis cosas y me iré–la voz de Clara temblaba
mientras tiraba fuertemente de la puerta del armario.
-Clara, tú…
-¡Deja de preguntar! ¡Es suficiente!
Clara de repente sintió que había tocado un nervio extremadamente sensible, su voz se volvió
aguda: —¡Ya estamos divorciados, Alejandro! ¿Realmente no entiendes lo que significa el divorcio? ¿ Por qué sigues cavando en el pasado? ¿Qué importancia tiene todo lo que sentí por ti en el pasado?
Ya no te amo, cada vez que veo las cosas que te regalé, cada vez que te veo, me siento asqueada.
Cada vez que veo las cosas que te regalé, cada vez que te veo, me siento asqueada. Las palabras
resonaron repetidamente en la mente de Alejandro. Su aliento se entrecortó mientras sostenía sus
hombros redondeados y la giraba para enfrentarlo. Descubrió que sus ojos brillantes estaban
teñidos de rojo.
—Si quieres llorar, puedes hacerlo—su voz era rígida, pero su mirada ahora era más suave que
antes.
-¿Llorar? ¿Crees que estoy llorando? ¿No puedes ver que estoy furiosa? Divorciarme de ti es la This is property © NôvelDrama.Org.
con frialdad, con los ojos helados como hielo y el pecho lleno de ira. Desde el momento en que firmé el acuerdo de divorcio, me dije a mi misma que nunca derramaría una lágrima por ti, nunca.
Estas palabras hirieron profundamente el corazón de Alejandro. Estaba a punto de decir algo. cuando de repente sono un golpe en la puerta.
-Alejandro, ¿estás ahí adentro?– el mayordomo habló con respeto–Beatriz ha llegado y está esperando abajo, ¿qué deberiamos hacer?
Clara notó que el rostro de Alejandro se volvía sombrío. Abajo, Beatriz esperaba ansiosamente
mientras los criados se escondían en las sombras y murmuraban entre ellos.
Todos sabían que en ese momento, la exesposa de Alejandro estaba aquí y, si la encontraba,
seguramente habría una discusión.
-Alejandro–exclamó Beatriz al verlo bajar las escaleras con expresión inexpresiva,
apresurándose a abrazar su cintura con fuerza.
Alejandro instintivamente intentó apartarla, pero ella lo abrazó con tanta fuerza como alguien que
se aferra a un trozo de madera flotante en medio del mar.
-Alejandro, te he echado tanto de menos–susurró Beatriz al oler la familiar fragancia del hombre,
sintiéndose al borde de la locura mientras las lágrimas brotaban de sus ojos. -Sé que cometí un
error, me equivoqué cuando tomé ese camino. Tú sabes qué tipo de persona soy, Alejandro.
Crecimos juntos desde niños.
Beatriz había hecho todo lo que podía en este punto. Además de apelar a sus emociones, no tenía
una mejor manera de convencerlo.
Originalmente, pensó en seguir el consejo de Ema y no contactar a Alejandro durante un tiempo,
esperando a que su enojo se calmara antes de hacer planes. Pero cuando supo que Clara había
vuelto a la familia Hernández, no pudo quedarse quieta y vino corriendo a la casa.
-Beatriz–dijo Alejandro con un tono que ya no reflejaba la ternura de antes–te lo he dicho, por
ahora no deberíamos vernos. Vuelve a casa.
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