Capítulo 241
Capítulo 241
Capítulo241
-¡Qué vergüenza! ¡Te estás aprovechándote del peligro de los demás! -La expresión de Enrique cambió drásticamente y golpeó la mesa furiosamente mientras se levantaba.
-Padre e hijo, ajustando cuentas. Papá, ¿no es esto lo que me enseñaste desde pequeño? Alejandro mantuvo una expresión tranquila y levantó la cabeza con calma.
–
-¡Realmente eres una serpiente muy avara que quiere tragarse un elefante entero! Ya has
obtenido lo suficiente, te hice sentar en el puesto de presidente que originalmente pertenecía a tu
hermano mayor, ¿y todavía quieres un título superior al mío? ¿Por qué no pides mejor mi puesto
como presidente directamente? Mejor aún, ¿por qué no me haces ya jubilarme? -Enrique exclamó
con enojo.
–
Alejandro frunció los labios y una sonrisa leve y fría se dibujó en sus ojos oscuros e insondables. —
Piénsalo bien, ¿quién obtuvo más de quién? Desde que era pequeño, todo lo que he obtenido, usted
ha estado poniéndoles precio en secreto. Cómo llegué a lograr este puesto, lo sabe muy bien. ¿Por
qué fingir que soy un intruso sin ningún escrúpulo? Solo estamos tú y yo aquí. ¿No te cansas de
actuar así?
La cara de Enrique se puso roja y no pudo decir nada.
-Un puesto de vicepresidente a cambio de la estabilidad de los negocios de la familia Hernández
en una crisis comercial grave. ¿Qué elegirás? Tú decides–dijo Alejandro mientras se levantaba y
se dirigía hacia la puerta sin decir más.
De repente, detuvo sus pasos.
-Por supuesto, también puedes seguir desafiando la opinión pública y apoyar a Ema para asumir el cargo. Si no te importa quedar en ridículo–añadió.
Alejandro apretó los puños durante todo el camino de regreso a su oficina y cerró la puerta con
fuerza. Finalmente, pudo respirar aliviado y sacó el nudo de su corbata Windsor con fuerza.
No había sentido tanta satisfacción en mucho, mucho tiempo.
Alejandro había visto cómo Enrique se desgastaba y se preocupaba por Ema, pero cuando se
enfureció por las condiciones que Alejandro había establecido, se sintió como si le hubiera caído
una lluvia torrencial en medio del día. ¡Qué refrescante, qué emocionante!
Sin embargo, tuvo que admitir que el resultado actual se debió a Clara.
Originalmente, Alejandro solo quería detener a Ema internamente y no había pensado en hacerlo tan grande. Después de todo, esto podría afectar el precio de las acciones de la familia Hernández
y no podía arriesgarse a hacerlo.
Pero Clara siempre había sido sorprendentemente efectiva. No solo reprimió a Ema, sino que
también le dio la oportunidad de establecer condiciones con Enrique, eliminando por completo
cualquier idea de Ema de equilibrar su poder en la empresa.
Realmente debería estar agradecido con ella, como ella dijo.
Pero cuando Alejandro pensó en las palabras de Clara que lo habían herido en el orgullo, su mirada
se oscureció con frialdad.
¿Agradecido? ¿Por qué debería estarlo?
–
Esa mujer, en principio, quería arrebatar los proyectos de la familia Hernández, pero ahora ya lo ha
conseguido. Entre ellos, todo está arreglado. En ese momento, su teléfono vibró en su bolsillo.
Alejandro lo sacó y frunció el ceño al ver la llamada entrante. Contestó: -¿Qué quieres ahora?
Alejandro, ¿puedes salir conmigo esta noche? -La voz de Rodrigo sonaba ronca y débil, como si
fuera una mujer abandonada. He comprado tres coches deportivos de edición limitada y he This content © Nôv/elDr(a)m/a.Org.
estado bebiendo champán por valor de millones de yuanes con cuatro chavas bien guapas en el
bar toda la noche. Pero todavía siento que mi cerebro está a punto de explotar. ¿Es esto lo que se
siente uno al perder el amor? ¡De veras que duele mucho! -No es dolor, es angina por tanto
alcohol. Te sugiero que vayas al hospital en lugar de molestarme–Alejandro estaba ya fastidiado a
punto de colgar cuando la voz de Rodrigo llegó de nuevo, apresurada: -Entonces, ¿no puedes
acompañarme? Vamos a celebrar el arresto de tu madrastra y a beber un poco para sentirnos
mejor. Alejandro apretó los labios y respondió: -dime el lugar y la hora. A las seis en punto de la
tarde, el Rolls–Royce de techo de cristal se detuvo en la puerta trasera de la Escuela de Cine de la
Ciudad de México. Aunque ya era bastante discreto, aún atrajo la atención de estudiantes.