Resistiendo al amor de Mi Ex-Marido

Capítulo 228



Capítulo228

¿Todavía le necesitaba alli?

Pero Pedro no le dio tiempo a preguntar más, pues colgó el teléfono.

En ese momento, también se escuchó la voz de Miguel en el pasillo, con un tono respetuoso pero firme: -Señorita, cuando esté lista, baje que voy a recogerla.

Pedro era muy eficiente en sus asuntos.

Ni siquiera le dieron tiempo a Bella para pensar o negarse, cuando Miguel ya estaba esperándola abajo.

Bella se cambió el pijama por una cómoda camiseta larga y cogió su bolso pequeño para bajar.

A esas horas de la noche, no sabía qué podía estar pasando para interrumpir así su sueño.

Algo molesta, Bella se subió al asiento trasero del coche. © NôvelDrama.Org - All rights reserved.

Miguel conducía con mucha seriedad y no intentaba entablar conversación.

Aun así, Bella no pudo evitar preguntar: -Miguel, ¿acaso Pedro te dijo algo para que ni siquiera te atrevas a hablarme?

Miguel no se atrevió a decir más de la cuenta: -Señora, no es nada. El director Romero solo me pidió que cumpliera con mi trabajo y la atendiera debidamente.

Bella supo que Miguel no le estaba contando toda la verdad, pero no insistió más.

Unos veinte minutos después, Miguel llevó a Bella hasta el hospital.

-Señora, ¿quiere que la acompañe hasta donde está el señor Romero? -preguntó Miguel

cortésmente.

-No hace falta, gracias.

Respondió Bella, y luego preguntó extrañada: -¿Quién está en urgencias?

Miguel se limitó a decir: -No tengo esa información, señora. La esperaré aquí. –

Bueno.

¿Quién estaría en urgencias para que la hubieran hecho venir?

No podía ser Elena, ¿verdad?

Al pensar en eso, Bella aceleró el paso, preocupada.

Cuando llegó al pasillo de urgencias, no vio a Pedro, pero sí a un hombre de unos cincuenta y

tantos años.

Era de aspecto algo rechoncho y expresión angustiada.

Bella hizo un esfuerzo por recordar quién podría ser, pero no logró ubicarlo.

De todos modos, Bella sacó su teléfono y trató de llamar a Pedro.

En ese momento, se abrió la puerta de urgencias.

172

Salieron unos enfermeros empujando una camilla.

¡Era Anna!

¿Qué le habría pasado para que la trajeran aquí?

Un mal presentimiento invadió a Bella.

-¡Anna, hija mía! ¡Menos mal que estás bien, me has dado un susto de muerte!

Exclamó el hombre acercándose apresuradamente a la cama de Anna.

Así que ese hombre era el padre de Anna.

-Familiar, por favor, déjenos espacio le pidió una enfermera-. La paciente acaba de salir de un lavado de estómago y está muy débil, necesita descansar en su habitación.

El hombre se apartó un poco.

Cuando los enfermeros empujaban la camilla de Anna hacia el ascensor, vieron a Bella esperando ahí.

Señora Romero. -dijo Anna con voz débil pero sorprendida.

Al escuchar ese título, la mirada del hombre de mediana edad se fijó en Bella.

Luego estalló en furia: ¿Eres Bella? ¿Cómo has podido cambiar los medicamentos de mi hija Anna? ¡Casi la matas con esa maldita acción!

-Papá, no hables así, no tienes por qué culpar a ella. -intervino Anna con voz débil pero apremiante.

-¡Imposible que no tenga que ver con ella! Solo había tres personas con acceso a los

medicamentos: Pedro no haría algo así, el camarero solo los entregaba, y hay cámaras que lo prueban. ¡La única que pudo hacerlo eres tú, Bella Romero!


Tip: You can use left, right, A and D keyboard keys to browse between chapters.